Honrar su memoria
Oaxaca, Oax. 31 de agosto de 2009 (Quadratín).- Hace no muchos meses a Rafael Acosta sólo se le conocía por su participación en películas de ficheras y si acaso por su papel de Barrabás en el viacrucis de Santa Martha, algunos lo conocían como el Juanito mayor por haber dirigido un equipo infantil de barrio donde la mayoría de los niños se llamaban Juanito.
Fiel al movimiento de Andrés Manuel en algún momento se pactó que fuera como candidato del PT para contender por la delegación de Iztapalapa.
Con un diagnóstico claro y a sabiendas que el PT solo contaba con el uno por ciento de la intención del voto las cosas marchaban sobre ruedas para que el PRD de la mano de Clara Brugada obtuviera el triunfo de manera contundente.
Sin embargo pudo más la ambición de Jesús Ortega y su pandilla con la complacencia de Felipe Calderón y los bufones del IFE para desatar todo un movimiento de rebelión en contra de una decisión amañada por parte del TRIFE donde el protagonista importante por azares del destino fue Rafael Acosta.
El pueblo de Iztapalapa decidió votar en contra de Silvia Oliva y en contra de la imposición de las cúpulas mafiosas en el poder, decidieron entonces votar por el PT porque significaba la única forma de hacer valer su voto y de demostrar su rechazo a las prácticas impositivas y por demás antidemocráticas.
Andrés Manuel organizó la resistencia civil y miles de brigadistas recorrieron las calles polvorientas para explicar cómo es que se había tomado la decisión y cómo al votar por el PT se abría la posibilidad de llevar a la Jefatura a Clara Brugada.
A partir de ese día la gente sólo habló de Juanito y Rafael Acosta empezó a escuchar el canto de las sirenas por las noches y al encontrarse dormido sólo escuchaba que la gente lo vitoreaba y que calle por calle la gente sólo mencionaba su nombre, su sueño no era muy alejado de la realidad y la obsesión del Juanito, Juanito, le empezó a dar delirio de grandeza, se empezó a olvidar del pueblo y se veía como diputado, otras noches como jefe de gobierno y ya en el clímax del delirio mientras dormía se veía como Presidente de la República.
Al despertar decía que lo querían en Francia en España y en toda la República lo mismo en Guadalajara, en Morelia o en Acapulco.
Así decidió convertirse en Juanito El Grande y olvidar a todos y cada uno de los que habían confiado en él.
Juanito El Grande, olvidó su origen, ya no llega a dormir a su colonia, se hospeda en hoteles y viste de traje. Confía en que su triunfo sólo se debe a él y a nadie más.
Inició con una serie de declaraciones que han generado gran disgusto en la delegación de Iztapalapa, en Francia, en España, lo mismo que en Morelia, Guadalajara y hasta en Acapulco. La gente ahora lo ve como lo que siempre fue y lo que es peor, a perdido su oportunidad histórica de erigirse como un gran líder y de demostrar que las ambiciones económicas no eran parte de su persona. Ha recurrido a los chuchos y se hace acompañar de ellos en diversos actos políticos, las encuestas que están por publicarse muestran una caída estrepitosa de su persona en el ánimo de sus futuros gobernados. ¡Pobre Juanito¡ Si mañana renunciara a su cargo y cumpliera su palabra, en el ánimo de la gente quedaría un sinsabor de boca y sencillamente pasaría a ser parte de los personajes que no son confiables. Así, Juanito El grande, echó por la borda todo lo ganado y lo que podía ganar, sobre todo el cariño de la gente. El perderse poco a poco empezó a convertirse en Juanito El pequeño. Si no, al tiempo.